
No hay mártir que muera en vano, a pesar de lo doloroso que fuese su causa, si el poeta murió en el monte junto al río, si vallejo estuvo siempre enfermo, o si un metro cuadrado es suficiente para permanecer siempre erguido en la tumba.
A los mártires no se los comen los gusanos, sus ojos siempre brillan, sus letras se leerán siempre, sus cantos aun se cantan, las balas aun siguen ahí en el mismo monte que nadie despoja, no hay mártir que muera en vano, no hay diferencia entre el poder de la espada y la pluma, el poeta por ser poeta debería llevar siempre un corazón ensangrentado y un fusil en su espalda, mierda, si hay tiranos, porque cantarle a un triste gorrión sin canto, si el camino es polvoriento y el sendero sigue siendo luminoso, por que cantarle a la sonrisa de cualquier capitalina ingrata, si en el monte los niños cantan yaravíes extraviados para no llorar desafinados, cuando recuerdan a los que ya no están.
Me avergüenzo de mi propias palabras vomitadas en estos tiempos, me perdí entre tantos músculos, y olvide que aun están sucias mis manos, que hay luchas por afrontar, aun habrán estallidos que escuchar. Enfrentarse al poder en las calles es mas romántico que cualquier frió banco de cualquier parque, no hay que postrarse ante el tirano jamás, no olvidemos que los tiempos negros pueden volver, avergüénzate poeta si en tus letras no le cantas a la sangre de los niños ni le lloras a los hombres que aun no aparecen pero ahí están, no solo piedras llevan los ríos, tambien hay cuerpos esperado tus letras, tus cantos, tu exclamación.
Entonces, volverán los pueblos a la ciudad, y se llevaran a sus hijos de regreso, los que aun quedan aquí, en los cerros, en los acantilados, debajo de cualquier lugar donde pudieron poner una mesa. Entonces, los plásticos azules y las esterillas deberán quemarse, hay en los pueblos tantos tejados hermosos, y el agua corre, corre cristalina, el cilindro metálico ya no esperara al aguatero jamás, al fin podremos bañarnos en los puquiales mi hermana, cantaras.
No hay ave que cante en vano, así, no debería existir poetas que no le canten a la tierra, al canto mañanero del viento de un pueblo libre, de un sueño eterno de verdadera igualdad, no mas versos a la sonrisa ingrata de aquella capitalina caprichosa, no hay quejido mas hermoso de aquel que se oye anónima entre la multitud que se levanta y reclama, no hay canto mas hermoso que de los pueblos y sus miles de colores, en las plazas, en las calles, en los montes, en la ciudad.
Me avergüenzo de mi propias palabras vomitadas en estos tiempos, me perdí entre tantos músculos, y olvide que aun están sucias mis manos, que hay luchas por afrontar, aun habrán estallidos que escuchar. Enfrentarse al poder en las calles es mas romántico que cualquier frió banco de cualquier parque, no hay que postrarse ante el tirano jamás, no olvidemos que los tiempos negros pueden volver, avergüénzate poeta si en tus letras no le cantas a la sangre de los niños ni le lloras a los hombres que aun no aparecen pero ahí están, no solo piedras llevan los ríos, tambien hay cuerpos esperado tus letras, tus cantos, tu exclamación.
Entonces, volverán los pueblos a la ciudad, y se llevaran a sus hijos de regreso, los que aun quedan aquí, en los cerros, en los acantilados, debajo de cualquier lugar donde pudieron poner una mesa. Entonces, los plásticos azules y las esterillas deberán quemarse, hay en los pueblos tantos tejados hermosos, y el agua corre, corre cristalina, el cilindro metálico ya no esperara al aguatero jamás, al fin podremos bañarnos en los puquiales mi hermana, cantaras.
No hay ave que cante en vano, así, no debería existir poetas que no le canten a la tierra, al canto mañanero del viento de un pueblo libre, de un sueño eterno de verdadera igualdad, no mas versos a la sonrisa ingrata de aquella capitalina caprichosa, no hay quejido mas hermoso de aquel que se oye anónima entre la multitud que se levanta y reclama, no hay canto mas hermoso que de los pueblos y sus miles de colores, en las plazas, en las calles, en los montes, en la ciudad.